La historia de Rick Wolter es un testimonio poderoso sobre cómo la programación puede cambiar vidas, incluso en los lugares más inesperados. Wolter pasó casi 18 años en prisión por un homicidio ocurrido durante su adolescencia. Lo que podría haber sido el fin de su historia, se transformó en una oportunidad para reinventarse como desarrollador de software y convertirse en una inspiración para cientos de personas que buscan una segunda oportunidad en la industria tecnológica.
El origen: una condena que marcó el inicio de un nuevo camino
Todo comenzó durante una fiesta, cuando Rick intentó defender a un amigo en una pelea que terminó en tragedia. Su condena lo llevó a pasar casi dos décadas en prisión en el estado de Florida. Lejos de hundirse, Wolter encontró en el encierro el espacio y el tiempo para redescubrir su propósito.
En una entrevista para el podcast Corecursive, Rick cuenta cómo un artículo de The Economist sobre la creciente demanda de ingenieros de software encendió la chispa que cambiaría su vida:
“Después de leerlo, sentía que todo lo que cogía tenía algo sobre programación”.
Aprender a programar desde prisión: una odisea clandestina
Florida no ofrecía programas tecnológicos en sus prisiones. Como dice Wolter:
“Esto no es California, esto es Florida, ellos quieren que estés en los campos de repollo”.
Pero Rick no se rindió. Junto a su compañero Mohammad, ideó una forma de introducir Python en antiguos ordenadores de una residencia vinculada a un programa de rehabilitación por drogas. Usaron una memoria USB para instalar Python y comenzaron a aprender los fundamentos de la programación.
Gracias a materiales enviados por su hermano y recursos educativos como MIT OpenCourseWare, Rick comenzó su formación autodidacta.
“Era como un cavernícola intentando entender lo que estos magos estaban hablando”, relata sobre su proceso de aprendizaje.
Enseñar en la sombra: una clase de programación dentro de prisión
El entusiasmo de Rick se contagió y no tardó en compartir sus conocimientos con otros reclusos. Lo que empezó como un proyecto personal se convirtió en una clase clandestina de programación. Su amigo Ryan incluso se convirtió en instructor principal.
Sin embargo, la notoriedad del grupo atrajo la atención de los guardias. Al no comprender bien lo que estaban haciendo, lo asociaron con actividades ilegales como el hackeo.
“Literalmente, solo estábamos intentando mejorar nuestras habilidades para cuando saliéramos”.
El regreso al mundo libre: superar la brecha tecnológica
Al salir en libertad, Rick se enfrentó a una sociedad y una tecnología completamente diferentes. Los smartphones y el acceso instantáneo a internet lo sorprendieron:
“Sentía que podía encauzar mi vida desde cualquier habitación con conexión”.
Combinó trabajos físicos con estudios en un colegio comunitario, aprovechando becas Pell Grant para reducir su carga laboral. Fue un proceso difícil:
“No sabía lo que era un email, no sabía nada. Era un chaval cuando entré”.
Claves para su reinserción: estudio, habilidades y red de contactos
Rick diseñó una estrategia para convertirse en desarrollador basada en tres pilares:
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Encontrar tiempo para estudiar programación
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Adquirir habilidades técnicas sólidas
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Crear una red de contactos profesionales
Comenzó a asistir a eventos de desarrolladores en Orlando. “Dondequiera que hubiera programadores, aparecía y escuchaba”, recuerda. Tras casi tres años de dedicación, obtuvo su primer empleo como desarrollador.
Su sinceridad respecto a su pasado y la confianza de quienes lo apoyaron fueron fundamentales para lograrlo.
Underdog Devs: ayudar a otros a reescribir su historia
Hoy, Rick lidera Underdog Devs, una organización sin ánimo de lucro que brinda apoyo a personas con antecedentes penales o de entornos socioeconómicos difíciles que desean entrar al mundo de la tecnología.
La iniciativa incluye:
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Mentorías personalizadas
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Apoyo financiero a tiempo completo a través del programa Project Underdog
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Recursos educativos para aprender desarrollo de software
Rick entiende perfectamente las barreras que enfrentan muchos jóvenes en riesgo:
“Cuando naces en un entorno socioeconómico bajo, estadísticamente vas a morir en esos espacios. La programación nivela el campo de juego”.
Segunda oportunidad: una historia que inspira
El viaje de Rick Wolter demuestra que la tecnología no solo es una industria en crecimiento, sino también un vehículo de transformación social. Su historia ofrece esperanza a miles de personas que buscan redención, y nos recuerda que las segundas oportunidades existen, si se les da el espacio y el apoyo adecuado.
Fuente: GENBETA